La fragilidad del tiempo. Casa de Muñecas. Sala Caballerizas. Molinos del Río. Murcia. Del 01/03-18/05/2024.
La luz del sol que traspasa el cristal para dar vida a una habitación centenaria y desgastada; los cubiertos que se posan en la cocina, cruzados sobre un plato, al son de una cafetera al fuego; o un libro abierto que descansa sobre un sofá tapizado frente a la crepitante chimenea. Escenas domésticas que parecen congeladas en el tiempo, tan cotidianas y frágiles como testigos son de la vida en los espacios que habitamos, y tan efímeras como nuestra existencia.
La casa es una segunda piel que abriga y protege nuestra vulnerabilidad, un refugio que alberga nuestra identidad más íntima. Por ello, cuando nos invitan a una casa ajena participamos de una intimidad doméstica siempre reveladora que se inicia, nada más entrar, con la reacción de nuestros sentidos, al percibir aromas, sonidos o ambientes tan pronto se accede a un territorio extraño. La casa no es sino el escenario de lo espontáneo e impredecible de la vida, un proscenio imprevisible donde se suceden las historias intimistas, familiares y de amistad que, tejidas en grupos y relaciones, nos moldean como individuos. Y como tal es el territorio afectivo donde se crean vínculos que forjan nuestra identidad, uniones donde confluyen resistencia y fragilidad.
La casa se desarrolla, además, en un universo de magnitudes mutantes ligadas íntimamente a nuestras emociones y sueños. Así, por ejemplo, recordamos el hogar de nuestra niñez con espacios más holgados en altura y en superficie; hoy analizamos dimensionalmente nuestra casa con la mirada crítica de quien necesita más espacio, o tal vez otros espacios, quizá ese espacio propio que propugnaba Virginia Wolf. Y, a la vez, anhelamos esa casa futura con unas proporciones que se amolden a nuestro yo del mañana, experto/a en transitar por la vida acumulando aprendizajes, heridas, vivencias y recuerdos. En este universo afectivo-dimensional, el cambio de escala a través de las casas de muñecas constituye un revelador campo de oportunidad para analizar los espacios domésticos reales. Se trata, pues, de una prometedora ocasión para adentrarnos en el corazón de los hogares y participar de su fragilidad en el tiempo, analizando lo emotivo, lo memorable y lo sublime de la existencia doméstica: un viaje desde nuestros recuerdos hasta nuestros sueños.
Helia de San Nicolás
Comisaria de la Exposición
Miriam Martínez Abellán. Murcia.
El pasado como reflejo de nuestra identidad presente. Miriam Martínez explora con su obra los límites de la memoria ligada a la infancia a través de una muestra de patrimonio familiar que ha sido legado entre mujeres de cuatro generaciones. Lo entremezcla con los hallazgos de sus peregrinajes por anticuarios de diversas ciudades. Reciclando historias como proceso. Lo personal y lo colectivo se funden para transmitir mensajes de contenido y compromiso social. La artista nos presenta la figura de la mujer como guardiana de un hilo invisible que se teje para preservar la identidad, afianzar el recuerdo y las raíces. Un ejercicio que, a la vez, combina con una reflexión crítica sobre el rol femenino en lo doméstico y la ambivalencia niña-muñeca en este particular imaginario. Dentro de su genuino estilo conceptual, las intervenciones objetuales se transforman en pura poesía visual.
Carmen Mazarrasa. Madrid.
La reconstrucción de los recuerdos de la infancia a través de la recreación de espacios domésticos en una casa de muñecas propia. Esta es la principal línea de trabajo de Carmen Mazarrasa quien, a partir de sus propios recuerdos, diseña y materializa artesanalmente piezas y espacios en miniatura que son reflejo de la cotidianidad de la infancia, de sus inquietudes y anhelos personales. La artista modela y construye objetos con precisión y delicadeza expertas que luego inserta en una casa de muñecas que ha ido transformándose en el tiempo en una suerte de “obra de reforma” en sí misma. El uso de la pequeña escala permite a Mazarrasa construir verdaderos paraísos domésticos reducidos a pocos centímetros, entornos que configuran un imaginario que atestigua, de forma delicada y clara, la inexorable fragilidad del tiempo.
Fotografías de Sala: Álex Lafuente
Fotografías de detalle: Pilar Morales